Y Málaga se tiñó de Ópera
El día cedió su paso a la noche
y la noche cedió su paso a las voces.
La luna llena se transformó en un foco
y por una vez, alumbró a las estrellas
Sobre un escenario natural, piedra sobre piedra
aparecieron cinco jóvenes que lograron estremecernos
Aparecieron cantando la Traviata...
momentos después se detuvieron, cual estátuas sobre el escenario
y fué entonces cuando Pablo Martin
comenzó Ella Mi fu rapita de Rigoletto.
Al acabar volvió a convertirse en estátua de piedra
para dar paso a una hermosa Mónica Jiménez.
Cuando abrió su boca, sonó entonces el Regnava nel silenzio
de Lucia Di Lammermore.
Silencio en el público. Corazones sonando con la música.
El Piano de Diego González, de Málaga,
y la preciosa Tamara Romida,de Rusia, cobraron vida propia.
Celia Montes, de Granada, hizo otro tanto con Je veut vivre, de Romeo y Julieta
Estábamos ya inmersos en un concierto especial,
dónde los músicos nos llevaban dónde querían.
Entonces, vestida de verde con su cabellera rubia,
se levantó Susana Cortés.
Avanzó hacia el público.
Sus ojos luminosos rivalizaron con la iluminación artística.
Y empezó Un bel di vedremo de Madame Butterly
¡Cuánto sentimiento supo trasmitirnos!
Los corazones henchidos. La piel de gallina. Los corazones estremecidos.
Nuestro viaje hacia la Ópera se había consumado.
y la noche cedió su paso a las voces.
La luna llena se transformó en un foco
y por una vez, alumbró a las estrellas
Sobre un escenario natural, piedra sobre piedra
aparecieron cinco jóvenes que lograron estremecernos
Aparecieron cantando la Traviata...
momentos después se detuvieron, cual estátuas sobre el escenario
y fué entonces cuando Pablo Martin
comenzó Ella Mi fu rapita de Rigoletto.
Al acabar volvió a convertirse en estátua de piedra
para dar paso a una hermosa Mónica Jiménez.
Cuando abrió su boca, sonó entonces el Regnava nel silenzio
de Lucia Di Lammermore.
Silencio en el público. Corazones sonando con la música.
El Piano de Diego González, de Málaga,
y la preciosa Tamara Romida,de Rusia, cobraron vida propia.
Celia Montes, de Granada, hizo otro tanto con Je veut vivre, de Romeo y Julieta
Estábamos ya inmersos en un concierto especial,
dónde los músicos nos llevaban dónde querían.
Entonces, vestida de verde con su cabellera rubia,
se levantó Susana Cortés.
Avanzó hacia el público.
Sus ojos luminosos rivalizaron con la iluminación artística.
Y empezó Un bel di vedremo de Madame Butterly
¡Cuánto sentimiento supo trasmitirnos!
Los corazones henchidos. La piel de gallina. Los corazones estremecidos.
Nuestro viaje hacia la Ópera se había consumado.
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